Un poema para mi gato…

Mi John Wick, acompañándome y esperándome acá en la oficina… Hoy domingo, por la noche… Foto: Moisés Gaviria.

A veces pienso en mi gato…

¿Saben?

 

Es decir…

Mejor dicho…

Siento en mi gato…

 

Su presencia…

Aquí, en la oficina…

 

Y digo siento «en» mi gato,

y no «a» mi gato…

Porque es «en» su presencia

que siento el amor…

 

Y es un amor de ñiño…

¿Saben?

 

Porque alucino que él es como un niño…

Porque así lo quiero yo, supongo…

Con un amor de padre que subyace en mí, en algún lugar…

 

Y también porque de alguna manera me transporta

a esa forma de amar, de querer y apreciar,

que yo… Digamos que, practicaba con menor racionalidad, cuando era un niño…

 

En fin…

 

Pero ésta es mi verdad…

Que yo he renacido con este gato…

Y con mi Niggie que debe estar por ahí, fuera de la oficina…

 

He renacido porque esa parte de mí,

de hacerme cargo de un alma de la manera en la que hago con mi gato, con mi John Wick,

es una parte que la tenía bien dormida…

 

Y por eso hoy día yo aplaudo a mi gato,

en silencio, con el espíritu… Para que no se despierte…

Y lo saludo con respeto y gratitud…

 

Por eso yo hoy día pongo una pausa al trabajo,

y le hago este poema a mi gato…

 

Porque lo quiero…

 

Y porque él está aquí,

acompañándome en la oficina…

 

Quedándose dormido,

pero sin abandonarme, sin dejarme…

 

Y quién sabe, también;

soñando un poema conmigo…

 

Uno que nunca podré leer…

 

Como este poema, para mi gato…

 

Un poema que hoy le escribo…

Pero que él nunca podrá leer…

 

Te quiero, mi John Wick…

Al fondo mi John Wick… Foto: Moisés Gaviria.

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